La primera ocasión en la que se tiene constancia de una norma real fue la que obraron conjuntamente, Martín el Humano y Jaime I. Tomaron como patrimonio real el lago, y dieron beneficios a la iglesia, a la ciudad y a los habitantes de poblaciones junto al lago, con la condición de mantener su riqueza y belleza, para el reino. Cualquiera podía pescar en el lago, con la condición de abonar una quinta parte. Otorgó el derecho de pesca o “redolí“ en esta zona, sentando las bases de la centenaria Comunidad de Pescadores de El Palmar. Desde entonces, el “redolí” se hereda y se transmite de generación en generación.
Carlos III, en 1791, proclama una Real Orden, devolviendo su propiedad al Reino, perdida por distintas vicisitudes, llamándola «alhaja de la Corona» y ordenando, para el buen uso y disfrute de la Albufera, normas para la caza y explotaciones diversas, así¬ como para el uso general. Creó un alquiler para cacería y reservó zonas especiales del lago para el recreo de altos cargos militares del rey.
En 1857 la actividad pesquera comienza a regularse de un modo más ordenado y acorde con los tiempos que corrían. Se firman los primeros tratados con las distintas cofradías pesqueras de la zona para conseguir que los tributos se pagaran en metálico y no en especies.
El 8 de julio de 1986 la Generalitat Valenciana declara Parque Natural el conjunto formado por el lago de la Albufera, todo el entorno de humedales y el cordón litoral junto a ella, llamada Dehesa del Saler.
El 24 de noviembre de 2004 se aprueba el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural de la Albufera.
La pesca suele hacerse de varias formas:
Formando la “companya”, en barcas con dos hombres en cada una, con cajas para el pescado y un montón de redes, se forma un equipo con varias de ellas. Buscan la zona más idónea en cada momento para la pesca y forman círculos con las barcas, donde en cada una de ellas mientras uno percha, otro va dejando caer las redes, por lo general “tirs”, que unidas las de una barca con las de las otras, forman un cilindro cerrado en cuyo interior quedan apresados los peces. Una vez cerrado el llamado “vol”, se instalan otras redes, llamadas “saltaes”, o redes planas que flotan en la superficie y se disponen en todo el contorno del “vol” tersas y unidas con cañas (como si fuera un sombrero de copa invertido). La llisa, que huyendo salta del “vol” cae sobre las “saltaes”. Seguidamente entran con las barcas dentro del circulo y siguen calando más “tirs” formando espirales o “corrals”; salen después y esperan mientras los peces quedan apresados en los “corrals”, “vols” y “saltaes”. Solo hay que recogerlos luego a mano.